Sopla Tu Espíritu, Señor, abre nuestros corazones.
El paso del Espíritu por la vida de los discípulos tuvo consecuencias inmediatas, habían estado encerrados, llenos de miedos y dudas. Ahora abren las puertas y las ventanas.
El Espíritu, hace que los creyentes salgan al mundo, entren en diálogo y lleven a todos la buena nueva de la salvación. El Espíritu actúa en todos los miembros de la comunidad, les hace confesar sin miedo su fe. El Espíritu sigue llegando a nuestros corazones, nos hace una sola familia y nos da la misión de seguir anunciando en el mundo la buena nueva del Evangelio. El anuncio de que Dios nos ama como hijos.
Hoy somos buena noticia, somos enviadas a Practicar la Hospitalidad.
Ven, Espíritu divino,
manda tu luz desde el cielo.
Padre amoroso del pobre;
don, en tus dones espléndido;
luz que penetra las almas;
fuente del mayor consuelo.
Ven, dulce huésped del alma,
descanso de nuestro esfuerzo,
tregua en el duro trabajo,
brisa en las horas de fuego,
gozo que enjuga las lágrimas
y reconforta en los duelos.
Entra hasta el fondo del alma,
divina luz, y enriquécenos.
Mira el vacío del hombre,
si tú le faltas por dentro;
mira el poder del pecado,
cuando no envías tu aliento.
Riega la tierra en sequía,
sana el corazón enfermo,
lava las manchas, infunde
calor de vida en el hielo,
doma el espíritu indómito,
guía al que tuerce el sendero.
Reparte tus siete dones,
según la fe de tus siervos;
por tu bondad y gracia,
dale al esfuerzo su mérito;
salva al que busca salvarse
y danos tu gozo eterno. Amén
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