Viernes Santo. Nos amó hasta el extremo.

Con el viernes santo conmemoramos la victoria sobre el pecado y la muerte, el tránsito de Jesús a través de la muerte a la nueva vida.
Jesús muere, todo el día está centrado en la Cruz del Señor, pero en el fondo de la tragedia hay una esperanza “Nos amó hasta el extremo”. Hoy Dios calla aunque tiene muchas cosas que decirnos, muchos hombres hoy siguen siendo crucificados, matados, sin culpa. Muchos hombres hoy son un Cristo vivo que nos pide justicia. Justicia desde la entrega por amor hasta el final, como hizo Jesús. Solo desde la entrega hasta el final nace la vida. Aquel que es capaz de entregarse voluntariamente por amor a los demás, incluso por los que no lo quieren, es aquel que se convierte en fuente de vida.

No es fácil acercarse a los marginados, a los que nadie quiere a los que la sociedad rechaza, porque nos hacen ver nuestras propias pobrezas y miserias. Jesús acepta pasar por ser uno más, un marginado, por estar y servir, dando esperanza a los que no interesan. ¿Y tú? ¿Y yo? Desde dónde vivimos.
Hoy se nos propone en la Iglesia, un día de ayuno, es decir, un día para plantearnos renunciar a todo aquello que nos quite libertad, para dejarnos amar por Dios y amarle en cada Hombre que pone en nuestro camino. El privarnos hoy, de alguna cosa, de algún alimento, sólo tiene sentido desde aquí, es apenas un gesto que nos recuerda un sentido que va más allá. Si se queda en el mero gesto, de nada y a nadie sirve.
Ayuno para abrir un camino de libertad, para que nuestra voluntad personal vaya respondiendo al deseo de Dios y encontrarnos con el rostro de Jesús, en los crucificados de hoy.

Ayúdanos a ver en las penas y los conflictos de cada día oportunidades, para crecer como personas y asemejarnos más a ti. Danos fuerza para vivir en medio de ellos con paciencia, pero con coraje, firmemente confiados en tu ayuda;
porque sólo muriendo contigo resucitaremos contigo.

Madre Teresa de Calcuta